La guerra de Ucrania, Israel y las subidas de tipos de interés y las crisis energéticas de la era pospandemia son algunas de las causas que, en opinión del sector automovilístico, están lastrando la venta de coches eléctricos, así como la escasez de semiconductores y los problemas logísticos derivados del clima de inseguridad en el Mar Rojo.
Aunque especialmente, la venta de vehículos eléctricos se ve perjudicada por la existencia de diferentes tecnologías que provocan la incertidumbre entre los consumidores sobre qué sistema elegir.
A este panorama, plagado de incertidumbres, se remiten aquellos fabricantes que ya han anunciado una revisión en sus previsiones y objetivos financieros para 2024. Por ejemplo, Volkswagen, que las ha reducido por segunda vez en tres meses, ha alertado de «más riesgos» por el descenso de las matriculaciones.
El grupo alemán estima ahora un margen operativo del 5,6%, lejos del 6,5 y el 7% anterior, así como que las ventas rondarán los 320.000 millones de euros, un 0,07% menos que hace un año.
Por su parte, Stellantis, que integra a Opel, Fiat, Citroën y Peugeot, entre otras marcas, aguarda un margen operativo corriente de entre el 5,5 y el 7%, cuando aspiraba a que fuera de dos dígitos.
Lo ha hecho por su debilidad en EE.UU. y el deterioro del mercado automovilístico global, pero también por la creciente competencia china, factor a tener en cuenta junto con las tensiones comerciales entre el gigante asiático y la UE.
De hecho, los socios comunitarios se preparan para votar -parece que este viernes- si Bruselas debe imponer aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos chinos por considerar que están ilegalmente subdisidiados.
En una primera votación no vinculante a mediados de julio, España, segundo mayor fabricante de vehículos de Europa, votó a favor de la medida al igual que otros productores líderes como Francia e Italia, mientras que Alemania, junto a otros diez países, se abstuvo.
Desde entonces, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se ha unido a la postura de su homólogo alemán, Olaf Scholz, y durante un viaje oficial a China pidió a la UE reconsiderar su posición.
Y es que en respuesta a la investigación europea, China inició una propia sobre las importaciones de carne de cerdo y productos lácteos de los Veintisiete, que para España representan una factura de exportaciones de casi 1.900 millones de euros en el primer caso y de 91 millones en el segundo.
La débil demanda, precisamente, en China ha modificado las previsiones de Aston Martin, también afectado por perturbaciones en la cadena de suministros.
Por ello, la compañía no espera conseguir un flujo de caja libre positivo para el segundo semestre de este año, y ha avanzado que el ebitda o resultado bruto de explotación ajustado para el conjunto del ejercicio fiscal quedará ligeramente por debajo del de 2023.