La organización agraria COAG ha asegurado que los chubascos tormentosos registrados estos días en la mitad sur peninsular «siguen dejando en el aire 300.000 toneladas de la próxima cosecha de aceite de oliva«.
Estas precipitaciones «desiguales» se han quedado «lejos» de las necesidades hídricas de las explotaciones de secano, de cara a mitigar los efectos de la «persistente» sequía en las principales zonas productoras de aceite de oliva, según un comunicado.
Los últimos datos de la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA) ponen de manifiesto que la campaña 23/24, (que finaliza el 30 de septiembre), acabará con la menor cantidad de aceite de enlace de los últimos años (200.000 toneladas).
En la práctica, eso supone que las bodegas estarán «prácticamente vacías» hasta que llegue, en el mes de diciembre, el grueso de la cosecha de aceite, ha puntualizado el responsable del sector de olivar de COAG, Juan Luis Ávila.
Según los datos, aún provisionales, de la AICA, en el pasado mes de agosto había unas existencias de 271.968 toneladas de aceite (49.216 toneladas menos que el año pasado), de las cuales 138.662 toneladas se encontraban en manos de los productores; 131.741 toneladas de los envasadores, y 1.564 en el Patrimonio Comunal Olivarero.
En este contexto, COAG ha pedido al Ministerio de Agricultura que se ponga «manos a la obra» y concrete de forma «urgente» el desarrollo de la norma de almacenamiento, «congelada desde hace tres años».
Con un stock «estratégico» de aceite almacenado «se podrían evitar fluctuaciones tan acusadas al alza» para los consumidores en épocas de sequía como las actuales, «al tiempo que se podría garantizar una estabilidad de precios a los agricultores en campañas de gran producción, retirando producto del mercado», ha subrayado Ávila.
Esa norma posibilita la autorregulación en un cultivo cuya producción se encuentra caracterizada por el fenómeno de la «vecería, con campañas de producciones muy altas alternadas con otras de rendimientos bajos».
Esta es una de las causas de la «gran volatilidad» de los precios, que tiene a su vez una «clara incidencia» en la viabilidad económica de «muchas» de las explotaciones oleícolas, en particular las más tradicionales, según COAG.