La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, afirmó este jueves que el proceso de desinflación en la eurozona ha llegado a su fin. Al mismo tiempo, instó a los responsables políticos de los distintos países —con un mensaje dirigido especialmente a Francia— a respetar la disciplina y cumplir con las reglas fiscales.
«El proceso desinflacionario ha acabado, […] pero aún seguimos estando en una buena posición», resumió Lagarde al tiempo que rechazó opinar sobre países concretos al ser preguntada por la inestable situación política en Francia, pero se ha mostrado «convencida» de que los responsables políticos de todos los Gobiernos del continente acabarán acatando la disciplina fiscal.
La exministra gala de Economía recordó que los eurobonos continúan funcionando de manera «ordenada» y «engrasada» al contar con una «buena liquidez», pero que, si se viera comprometida la correcta transmisión de la política monetaria, el BCE cuenta con «todas las herramientas necesarias» para atajar dicha eventualidad.
Análisis Macro
Christine Lagarde señaló que la economía de la eurozona registró un crecimiento del 0,7% en la primera mitad del año, sostenido principalmente por la demanda interna. Sin embargo, precisó que el avance fue más intenso en el primer trimestre que en el segundo, este último afectado por la guerra comercial impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Asimismo, la presidenta del BCE subrayó que tanto la industria como los servicios han seguido expandiéndose y que, pese a un cierto debilitamiento del mercado laboral, este continúa siendo una “fuente de fortaleza”, con la tasa de paro situada en el 6,2% en julio.
De cara al futuro, advirtió que el incremento de los aranceles, la fortaleza del euro y la creciente competencia global limitarán el crecimiento en lo que resta de año, aunque prevé que su impacto se diluya el próximo ejercicio. Aun así, destacó que los riesgos están ahora “más equilibrados”: los nuevos acuerdos comerciales han reducido la incertidumbre, si bien existe la posibilidad de que las tensiones repunten.
También alertó de que un deterioro en los mercados financieros o un recrudecimiento de los conflictos geopolíticos, como los de Ucrania o Medio Oriente, podrían presionar a la baja la actividad. En contraste, el gasto en defensa e infraestructuras, junto con mejoras en la productividad y una recuperación de la confianza empresarial, podrían impulsar la inversión privada y el crecimiento si las tensiones comerciales y políticas se resolvieran antes de lo previsto.
Respecto a los precios, Lagarde reconoció que las perspectivas de inflación son “más inciertas de lo habitual” debido a la volatilidad del comercio internacional. La apreciación del euro y la guerra arancelaria podrían contenerla más de lo esperado, especialmente si países con exceso de capacidad —en alusión a China— desvían sus exportaciones hacia Europa al perder acceso al mercado estadounidense.
No obstante, advirtió que la inflación podría repuntar en caso de que la fragmentación de las cadenas de suministro encarezca las importaciones, a lo que se sumarían las limitaciones de capacidad de las economías europeas. Asimismo, el gasto en defensa e infraestructuras, los fenómenos climáticos extremos y la crisis ambiental podrían contribuir a presionar al alza los precios, en particular los de los alimentos.